Los argentinos cada vez toman menos del vital producto lácteo, en sus dos versiones, con motivo de las diferentes crisis económicas. Dicha situación afecta a las clases más bajas de la sociedad, especialmente a los menores de edad.
El primer trimestre de 2024 mostró una importante caída en el consumo de los productos lácteos y la peor en los últimos 8 años, especialmente en el rubro de la leche. Ya que en el mismo período de 2016, la marca fue de 352.000 toneladas y actualmente apenas superó las 230.000 toneladas, marcando un significativo descenso de un 35 por ciento.
Las leches larga vida registraron un retroceso de un 20,6 por ciento, mientras que las refrigeradas (sachet) fue algo inferior, 14,3 por ciento. Y en general, sumando a todos los artículos, la baja llegó al 18,7 por ciento. Lo más preocupante es que las leches fluidas son de suma necesidad e importancia para los sectores con menores recursos de la sociedad, especialmente los niños que se encuentran en edad de crecimiento.
No caben dudas que los productos que más padecieron la recesión son, justamente, los de un precio mayor. Como es el caso de los postres y flanes con un 50 por ciento, al igual que las leches saborizadas que alcanzaron el 45, dejando en evidencia la crisis económica que soporta gran parte de la población argentina, especialmente la clase media. Que opta por no comprar y reducir al máximo sus gastos diarios.
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