🥪 “Me dicen que cometí un sacrilegio”, confiesa entre risas Gregorio Papaianni, dueño de Copetín Fiat, un pequeño comedor y café en Caseros, que captura la bohemia proletaria del lugar. Ubicado frente a la exfábrica Fiat, de donde salieron los icónicos modelos 600, Gregorio se refiere a su famoso “Comprimido”, un sándwich de jamón crudo, queso y dulce de batata, como el secreto que ha convertido su local en un lugar de culto.
Para Gregorio, este sándwich representa un “placer oculto”, una delicia que disfrutaba de niño a escondidas. La tradición se remonta a los trabajadores italianos que, al llegar a la fábrica para almorzar, pedían este sándwich. Con solo 20 minutos para comer, necesitaban un plato que combinara almuerzo y postre, lo que explica la elección del dulce de batata y el nombre “Comprimido”. Algunos también optaban por jamón cocido y membrillo, pero la esencia del sándwich ha perdurado.
Hernán Bodaño, un cliente de toda la vida, lo describe como “único”, destacando que “no existe un sándwich así en el mundo”. Desde su infancia, ha sido testigo de cómo los obreros cruzaban la calle para disfrutar de este manjar en el corazón de Caseros norte. Antonio Papaianni, el padre de Gregorio y un pilar del negocio durante 60 años, refuerza la idea al decir que “una vez que lo probás, no hay vuelta atrás”.
El “Comprimido” no solo representa la herencia culinaria de los trabajadores italianos, que buscaban satisfacer su hambre en el menor tiempo posible, sino también el espíritu de calidad y sabores familiares. Cuando la fábrica abrió en 1965, los tíos de Antonio decidieron transformar su almacén en un comedor, renombrándolo como Copetín al Paso, un nombre que captura la esencia simple y directa del lugar, reflejando la conexión entre la comida y la comunidad que lo rodea.
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