La tradición del asado en Argentina, una costumbre que simboliza la unión familiar y social, se ha visto impactada de manera significativa por la pérdida de poder adquisitivo. Una encuesta de la consultora Moiguer reveló que el 65% de los argentinos ha tenido que restringir sus consumos cotidianos, entre ellos el asado, debido a la crisis económica.
La Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA) reporta una caída del 11,3% en el consumo de carne en los primeros nueve meses de 2024. Durante este periodo, el consumo aparente de carne vacuna per cápita promedió 46,8 kilos por persona, una disminución del 12,3% respecto a 2023 y el nivel más bajo registrado en 26 años. En términos de precios, la carne ha experimentado un aumento del 120% desde enero, superando la inflación general, que en los primeros nueve meses de 2024 ya acumula un alza del 101,6%.
Los recortes en los gastos cotidianos reflejan el impacto en otros ámbitos: el 71% de los encuestados ha dejado de hacer asados familiares, el 61% suspendió salidas recreativas, el 56% dejó de comprar golosinas y el 55% ya no compra gaseosas. Además, el 48% de los consultados ha recurrido a sus ahorros para cubrir necesidades diarias, mientras que el 52% ha contraído deudas.
El estudio realizado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) mostró que, aunque la suba de precios de los cortes de carne fue menor que la inflación mensual (0,6%), el incremento acumulado hasta octubre de 2024 llegó al 119,3%. Este contexto ha vuelto cada vez más costoso compartir un asado, considerado una actividad casi suntuaria para muchas familias argentinas en la actualidad.
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