Expertos advierten por posibles lluvias excesivas a largo plazo tras los tres años de sequía

Las lluvias sobre el fin de la semana fueron como una especie de bendición ante el cuadro de sequía que había en la zona, pero no alcanzan para recuperar lo perdido en materia de cultivos. Para la ingeniera agrónoma del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) María José Dickie las últimas precipitaciones fueron “muy buenas” aunque “los daños son irreparables” en el trigo, el maíz y la soja de primera, además de las pasturas para los animales.

La profesional cree que el régimen pluviométrico irá recuperándose y se prevé que para el segundo semestre del año, al cambiar al Fenómeno del Niño, habrá mayores niveles de milimetraje. Y vaya paradoja, quizás dentro de dos años ocurra una situación inversa: imposibilidad de sembrar por exceso de agua y humedad.

Dickie es docente de la Cátedra de Climatología en la facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y Magíster en Manejo y Conservación de Recursos Naturales. Viene observando junto a otros colegas los cambios en las series históricas de lluvias y cómo afectaron a los cultivos. Desde la Agencia de Extensión Rural del Inta Cañada de Gómez analizó para Rosario3 el impacto de la sequía en la zona y sus consecuencias en la producción agropecuaria y ganadera:

-¿De qué manera impactaron en la zona productiva las lluvias registradas sobre el fin de la semana?

-El impacto fue muy variable, se registraron entre 40 y 80 milímetros según la localidad. Fue una muy buena lluvia y de baja intensidad lo que garantiza que lo llovido ingresó a los perfiles de suelo.

En cuanto al maíz temprano sembrado en septiembre, lo dañado por la falta de lluvias ya no se puede revertir. Sí fue positivo para el maíz tardío sembrado en diciembre. En cuanto a la soja, para la primera sembrada en noviembre las pérdidas por el déficit hídrico ya son irreparables, no así para la sembrada en la última parte del año y las de segunda que tendrán una mayor respuesta. También hubo impacto positivo en los lotes destinados a las pasturas naturales para alimentar a los animales.

Dickie es ingeniera agrónoma del Inta y docente de la cátedra de Climatología de la UNR. Magíster en Manejo y Conservación de Recursos Naturales, habló con Rosario3 desde la Agencia de Extensión Rural del Inta Cañada de Gómez.

-¿Cómo se explica la sequía que hemos tenido en estos tiempos?

-Ya veníamos de dos años de Niña y estaba prevista una temporada de bajo nivel de lluvias, pero lo que no se preveía era la severidad del fenómeno. No hay registro en los últimos 60 años de sequía tan extrema, en todos los meses del 2022 hubo deficiencias hídricas y sólo se registraron el 50 % de las lluvias promedio para la zona. Hubo tres Niñas prolongadas en 1954, 1973 y 1998, pero no habían sido tan severas.

Esto obedece a un patrón climático que surge en el océano Pacífico que hace que sus aguas se sobre-calienten o se sobre-enfríen provocando diferentes circulaciones que afectan a distintas partes del continente. Ahora estamos en un enfriamiento de la masa oceánica que genera precipitaciones menores a lo normal de manera heterogénea y no afecta a toda la región por igual. Por eso encontramos registros de lluvias diferentes en superficies a poca distancia unas de otras.

-¿Qué consecuencias trajo la falta de lluvias para la producción en la zona?

-Es terrible. Ya impactó en el trigo. El maíz que se sembró en septiembre apenas ocupó un 15 % de la superficie y el resto pasó para diciembre donde se terminó apenas de sembrar el 50 % de los lotes, por lo tanto siguen habiendo lotes sin sembrar.

Con las lluvias últimas se terminaron de implantar la mayoría de los lotes con maíz tardío o soja de segunda. Es una situación complicada para los cultivos ya que cuando te atrasás, corres el riesgo de que haya heladas tempranas y no se pueda cosechar.

En cuanto a soja es muy heterogéneo, hay mejores lotes y otros muy críticos. Ya que no sólo es producto de la falta de agua sino también por el estrés térmico que provocaron las temperaturas record que hubo en noviembre y diciembre pasados con máximas de hasta 39 grados.

Hoy vemos plantas de baja altura, maíces no mayores a metro y medio, con pocos rendimientos, plantaciones de sojas sin cerrar o sin cubrir el surco, entre otros. En definitiva es una situación complicada que si bien las lluvias de esta semana podrían revertirla, ya hay un daño.

Dickie explicó que la sequía actual obedece a un patrón climático que surge en el océano Pacífico que hace que sus aguas se sobre-calienten o se sobre-enfríen.

– ¿Y en las pasturas?

-Complicado. Quedó sólo alfalfa porque su sistema de raíz capta mejor el agua del suelo. La alfalfa tiene un ciclo de cuatro a cinco años. En las sembradas nueva. hubo mortandad de plantas debido a la falta de agua. Las que están mejor son las más viejas, de tres a cuatro años, pero con menor tasa de corte o con menos rollos por hectárea.

Los ganaderos dicen que se están comiendo la reserva de mañana porque los animales ya se comieron todo lo que tenían para comer y no hay pasto de los campos naturales. En el norte el panorama es más crítico donde falta agua para dar a los animales y se ve una disminución de cabezas de ganado por superficie, ahora el gran desafío es llevar agua para ese ganado que sobrevive. Los productores más experimentados cuentan que nunca vivieron algo así ya que nunca pasó que queden lotes sin sembrar hasta esta altura de la campaña.

-¿Y qué se puede hacer frente a este panorama?

-Primero tener reservas de agua para las pasturas de febrero y marzo y se necesita recargar agua para los cultivos a futuro. Es que veníamos de dos años con lluvias menos de lo normal. Hay que esperar que estas lluvias no solo cubran la demanda de las plantas, sino también permitan recargar aguas de nuestros suelos. Hoy la situación es altamente crítica.

Horizonte alentador, pero no tanto

-¿Se vienen épocas de más lluvias, dejamos atrás la sequía?

-Según los pronósticos, el régimen de lluvias se va a normalizar a partir de marzo o abril. En nuestra zona la mayor concentración de precipitaciones ocurre en verano, por lo tanto no vamos a esperar que sean de gran milimetraje. Se aguarda que para el segundo semestre pasemos a la fase Niño que podría aportar lluvias mayores a lo normal, de mayor milimetraje y más intensas.

-¿También se podrán esperar tormentas fuertes teniendo en cuenta semejantes cambios tan bruscos?

-Puede haber fenómenos más agresivos en ambientes más inestables. Son esperables tormentas más intensas, que se forman con mayor rapidez y lluvias que varían en cantidad y duración. Eso lo hemos podido observar desde la Cátedra, al menos hasta el 2020 disminuyeron la cantidad de días con lluvias y ha aumentado la intensidad de esas lluvias. Y eso es un limitante para el sistema productivo que genera erosión hídrica de los propios suelos y se pierden los nutrientes del mismo suelo.

-Es posible entonces que en un par de años hablemos de un fenómeno inverso al actual…

-Sí, totalmente. Ahora puede venir un Niño llovedor aunque a los pronósticos siempre hay que ir actualizándolos mensualmente. Dentro de dos años podemos estar hablando de problemas con anegamientos, napas altas y hasta no pudiendo sembrar por esas causas. Habrá que prepararse para el fenómeno contrario a nivel de cuencas, urbanizaciones y obras para mitigar inundaciones.

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