El sedentarismo se ha convertido en un importante factor de riesgo para la salud, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al ocupar el cuarto lugar en las causas de mortalidad global, justo después de la hipertensión, el consumo de tabaco y los niveles elevados de azúcar en la sangre. Además, el sedentarismo es un desencadenante de enfermedades cerebrovasculares y neurodegenerativas, que impactan gravemente la salud cerebral.
En contraste, la actividad física es reconocida como una potente herramienta para mejorar la salud mental y física. Ayuda a combatir trastornos como la depresión, la ansiedad y el estrés, y promueve la salud cerebral, siendo crucial para prevenir enfermedades como el Alzheimer y otros trastornos relacionados con el envejecimiento del cerebro. La OMS recomienda 150 minutos de ejercicio semanal para reducir el riesgo de patologías cerebrovasculares y mantener el bienestar general.
Beneficios del ejercicio
El ejercicio no solo mejora la capacidad cardiovascular, sino que también fortalece el cerebro al incrementar el flujo sanguíneo, estimular la plasticidad cerebral y promover la formación de nuevas sinapsis. Estudios han demostrado que incluso pequeñas sesiones de actividad física intensa pueden generar cambios positivos en los metabolitos que favorecen la salud. En niños y adolescentes, el ejercicio fomenta el desarrollo cerebral y puede contrarrestar el impacto negativo del uso excesivo de pantallas.
La actividad física como neuroprotección
Investigaciones han identificado que la actividad física aumenta la producción de irisina, una proteína vinculada a la neuroprotección que puede prevenir la pérdida de memoria asociada con enfermedades como el Alzheimer. Además, mantenerse físicamente activo está relacionado con una mejora en la calidad del sueño, otro factor clave para el bienestar general.
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